Hay días sin tonalidad, sin sonido,
jornadas desbordadas de nada,
en que respirar sin sentido
es lo único que les da sentido.
Hay días en que al más allá temo partir
por ir, llena de culpa y melancolía,
a visitar a los idos
y entonces le dejo una flor al miedo
para que se compadezca de mí.
Hay días sin agenda, lerdos, pesados,
sin un miserable dejo de alegría
en que solo pienso comience mañana,
y tiemblo, porque ese mañana puede ser
otra vez ayer,
es decir, hoy, es decir, siempre.
Pero a la vez, empalidezco
y grito por dentro
y sangro por dentro
y mis huesos parecen espinas de hielo
al siquiera imaginar
que quizá ese deforme mañana
podría nunca ser
podría jamás llegar.
Hay noches en que no cierro mis ojos
pensando que si lo hago
mi inocente mirada
así como una madrugada nunca más te vio
tampoco ha de ver otra vez el alba.
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P-Car
N°1666 - 04.07.2024
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