Cuando hayas conocido la soledad
-la cruda, la oriunda, la rotunda-
esa que, con su mudez, hiere la piel.
Cuando veas vejez craqueando el alba
y de tu historia, anheles y comprendas
lo que fue la emisión de una real entrega.
Cuando desconsolado te atrevas
a oír de tu pecho el latido genuino
-sin bloqueos, sin bulla, sin vicios-
y abriendo tus brazos al vacío
-desnudo de poros y de alma-
reces amor como un niño.
Porque ha de pasar, cuando pase...
en el fin de todo principio,
en el principio de todo fin...
sin vanidades ya ¡estaré yo!
...sentenciada y apenas sujeta
de un verso que nadie recuerda.
Más, no habré llegado hasta allí
con la arcaica ansia del sermón.
Sí... para que me mires renovado
y poco a poco, me cuentes todo
hasta el más mínimo detalle...
y bajo un cielo tardo, disipándose de ploma
niebla
frase a frase, suspiro a suspiro, lágrima
a lágrima
sin otra ambición, lento me despellejes el
corazón
-como pétalos prostituidos a la luz del calor-
y de mi exceso, de mi propia pudrición,
de mi adicción, me salves amor.
Luego, purificados de pasado
blandos, nos uniremos libres,
sencillos, sin competencias
siendo ambos, pura esencia
que levita en azul insistencia.
Y forasteros del trivial mundo
nos sanaremos...
nos tendremos...
nos amaremos...
en el polo opuesto de todo lo nocivo
todo eso que se desecha sin espera,
sin preguntar, sin conectar.
Sin donar ni regalarse
una sola oportunidad.
.
.
.
P-Car
Paty Carvajal-Chile
N°1701 – 20.10.2025
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será retirada de inmediato)


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