Insania

Quizás la milenaria higuera o tal vez el poeta

puedan descifrar ausencias al modular tu nombre

luego de existir el brillo que enardeció tu mirada

toda vez que tomaste entre tus manos mi rostro

y besaste mis labios con burbujas de tilia.

Mi pálida silueta que no entiende y te extraña

permanece desgreñada sobre la madre tierra

ansiando la diacronía de tus labios encendidos

que, con sedosos nardos, embebían mi madriguera

revelando el sabor embriagante de mi cava.

Nada logro coincida en este autismo del tiempo

y grito al silencio que fui tu musa entre manglares,

el denuedo de tu lujuria, renacida del divismo de tu fiera

porque era mío el secreto del volcán que late bajo tus caderas,

cada vez que un celo impoluto precedía el alba.

¿Donde estás?... ven… y abraza mi desvelo

penetra mi insania antes que deje de respirar

porque quiero me cumplas… éste, mi último deseo

y me digas, con mentiras perdonadas…, que me amas.

En el preludio ambarino de un entristecido ocaso

renunciaré a la quimera de creerte… y ser tuya

a la misma hora que dejen de germinar tus besos en mi piel   

y ya no se escuche el triste gemir de aquellas estrellas

que conocieron la analogía de tu alma con la mía.

Luego desmembraré la noche arrancando la niebla

y exprimiré con mis manos empuñadas su negrura

para beberme el brebaje mortal de la verdad

cayendo sin honores entre aleteos de cuervos

y en diluvio eterno, llueva pena púrpura de la luna.

P-Car