Todos mis sueños

Obra: Jessica Allain

Creí conocer la soledad cuando partiste… más no –puedo decir hoy- porque lo que sufrí… fue el comienzo de una infinita tristeza, al darme cuenta que, amándome como me amabas, fuiste capaz de torcer el destino y darme la espalda.

A mi manera, te mantuve conmigo… en ráfagas de ilusiones y en mis ingenuos anhelos; te podía oír en la música, descubría tu rostro en el cielo y latías agitado en mi corazón cuando tu recuerdo tocaba mi piel, rociada de nocturnas esperanzas.

Estabas… incrustado en mi mirada, con tu sonrisa, con tus ojos enamorados, con tu boca inquieta, con la sensualidad de tu cuerpo. No estabas junto a mí, pero estabas en mí…  y por ello, nunca me sentí solitaria.

Hoy te he visto, pero a pesar de todos los sentimientos barajados y acariciar nuestras sensibilidades, igual osaste dejar tu vacío lleno de melancolías y luego -erguido como siempre- regresaste a tupir con púas tu nicho, en el núcleo de la curtiembre.

Pero no sin antes ensangrentar tu mano ultrajando mi centro, para extraer -desde el fondo de mi ser- a fuerza de argumentos que nunca emergen… todos… ¡absolutamente todos! … m i s   s u e ñ o s.

Esta noche sin precedentes, por primera vez y para siempre -de verdad- me ha devorado, desde mis extremidades hasta mi alma, la más hambrienta soledad.

P-Car