Tengo un vacío
de ecos mudos
que me contrae y
hiere la faringe.
Y la esfinge, en
el paredón del origen.
Reavivaste el
fuego con huesos
y sellada una
breve luminiscencia,
-que creí un samaritano
auspicio-
volviste a ser el
pájaro facundo
que el céfiro de
tu alma me quita.
Por confiar en
tu rayo sin luz
hoy me cubre el
bosque sombrío
bajo el cielo
que tus alas ostentaron.
Quedé como un arbusto
subyacente a feudales
pinos.
Nadie me ve, a nadie
le importo.
En tu aventura…
es cristalera,
en mi concepción…
¡expiración!
Mi beldad será sepultura.
Seré bruma en las
tinieblas.
Perfil denso
entre las sombras.
Del organismo y del
corazón
caerá sangre
oscura a una tierra negra.
¡Aullarán eclipses
en tu circular memoria!
En la dejadez, un
ocaso negro.
¿Casual,
impronta o agüero?
P-Car
Siempre hay un rayo de esperanza en el atardecer de cada vida...
ResponderBorrarUn abrazo.
Hola Rafael, mucha verdad y sabiduría en tus palabras. Un abrazo fuerte amigo, buen fin de semana!!!
BorrarEse pájaro Facundo sello su impronta en la distancia del tiempo quizás la esperanza nunca se alie con el mal Agüero.
ResponderBorrarUna odisea de belleza tildada de sentimientos.
Un abrazo.
Hola Agapxis, qué buen argumento el tuyo. Seguro así debe ser para cualquier situación igual o similar. Que tengas un lindo fin de semana amigo, besos.
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