No te pido que
vengas, no.
Ni que perfiles
mis huesos
remiendes mi
piel con besos 
o recubras con
velos albinos
mi cardinal espíritu
en duelo.
Mucho menos pido
promesas 
y no es que no confíe
en ellas: 
creo en esas nobles
y eternas 
que duran lo que
perduran 
doce baladas de
luna llena.
Sí te pido, que al
pensarme
lo hagas tal
cual me amaste
y que tu mente nunca
emancipe  
la autenticidad
del sentimiento 
que me transportó
a adorarte.
Que así te colmes
de estímulos  
jamás corrompas
en tu historia 
aquello que de
verdad te rebosó
el cuerpo, el
corazón y tus días
de pasión,
esperanza y sonrisas. 
Te pido con
probidad
-sin devanar más
palabras-
que con veracidad
y calidad
me recuerdes,
amor de mi alma. 
Esta única y
última vez 
a corazón abierto
yo te pido
que en tu más íntima
evocación
no me traiciones,
nubles o descartes…
que sin sentir la
luz de tu memoria conmigo  
-cristalina, romántica,
pasional, gigante- 
al alba, al
ocaso y todas mis sacras noches
tu orgánico, inducido
y absoluto olvido 
puede… de verdad
puede…
¡matarme!
.
.
.
P-Car
Paty Carvajal-Chile
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Reservados.
Propiedad
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Imagen: Dimitra Milan.


 





