Desde que no
estás aquí
existe tiempo
por doquier
y en cada ángulo
gime una
espera.
En la
calzada, en el parque, en el café,
en los lapsus
de un aglomerado reloj
y en los mil
recodos yermos
de mi
habitación.
Desde que el
verbo fue nada más partir
-sin dejos de
esperanza-
un viscoso
imploro sin fin,
tardo, en
grises se desangra.
Desde que tu
adiós, trizó mi corazón
y este querer
no encuentra su fluir
teniendo ardua
labranza mi jardín
ninguna raíz
ofrece su flor.
Desde que me
faltas así
-tanto y tan
punzante-
la densidad
del silencio
a ratos toma
forma de ti.
Me envuelve con
tu aroma
y con cada
inmediación
una súplica romántica
y loca
de mis
resquicios detona.
Sé bien que no
volverás
y que mi seno
y mi vida
no más, palpable
ocuparás.
Y más crecidamente
sé
que te debo
olvidar.
La
contrariedad es
que toda vez que
lo intento
y a un
suspiro futurista me aferro
la espesura
de tu ausencia lo reprueba.
Emerges de la
quimera que habitas
y me hablas, y
me deseas, y me amas.
Susurras pasión
a mi sudor y corazón
y aún más -aún
más-
se me enamora
el alma.
Desde que me
dejaste sola
y, deseándolo
sin pedirlo,
tu oscuridad…
¡me rapta y
devora!
Y con cada verso
truncado
-sin cobijo,
sin amparo-
mi verdad desnuda
infinita llora.
.
.
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P-Car
Paty Carvajal-Chile
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Imagen: Adam Martinakis