domingo, septiembre 25, 2022

Por un momento

 

Si es que alguna vez lo fui,

ya no recuerdo ser yo.

 

Hay tanto sudor hambriento en mi cuerpo,

exceso de lágrimas azabaches en mis iris

y ahogante saliva ácida en mi garganta

que ya no siento el frescor de la lluvia.

Ese aguacero que cae en primavera

y sana la adhesión del invierno.

 

Cierto -o creo- desaprendí de ser yo,

en esta exaltación de los sentidos.

En esta sobrevivencia caníbal,

en este presente sin memoria,

en esta velocidad sin pausas.

En el exceso de lazos frívolos

y en tanta melodía sin alma.

 

A veces mis ojos hurgan el cielo

donde se disiparon mis sueños.

Otras veces regreso al callejón

donde agonizó mi inocencia.

Y como en ese antes sin después

a veces declamo al aire

 drogarme

con el opio de tu aroma.

 

Pero, como es costumbre,

al reincorporarme

la parálisis es más cómoda

y la mudez, menos compleja.

 

Así es como, triste e irremediable,

la mortandad circula por mis venas

y tarde o temprano, cualquier ocaso,

ha de cruzar el centro de mi corazón.

Pobrecito el amor que pálido

aún en sus laberintos pena.

 

Quisiera que por un momento

-un instante nada más-

me quitaras

la ansiedad de no saber

qué pasará conmigo y

cómo será el resto del camino

si no me ha de calmar tu mirada

y no me ha de sostener tu mano

si no me ha de envolver tu cuerpo

ni me han de endulzar tus besos

cada mañana de los excesivos

-o pocos- futuros inciertos.

 

Cómo olvidar -cómo-

que yo te propuse morir

e irnos al infinito juntos.

¡Realmente son muy locas 

las vueltas de esta vida!

 

Pero aún más desequilibrada yo

que, en tu ardua existencia, hoy,

te pida un minuto, tan solo uno,

para relajar mi piel y alma

y en tus anhelados brazos

recordar... quien soy.

.

.

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P-Car



 

Paty Carvajal-Chile

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Imagen: Adam Martinakis