En un día sin
sol ni luna
de un mes sin
calor ni frío
de un anuario
sin enumerar
existió la
elipsis de una hora sin tiempo
en que todo…
¡todo lo perdí!
Lo que poseía,
lo que celaba,
lo que había
cultivado,
lo que ambicionaba.
Creí que moriría,
¡y morí!
Lo que jamás antes
hubiese previsto
es que luego
de un túnel oscuro
volví a
nacer: desvalijada, albina,
sencilla, espiritual,
liviana, libre.
¡Consciente!
Sin ambiciosos
proyectos para el futuro
(sin
ambición, sin proyectos, sin futuro)
con el único plan
que vivir cada día, el día,
despertando con
un enorme gracias
en el corazón
y en los labios.
Comencé a sentirme
feliz
con lo que antes
me parecía escaso
pero que lo
es todo.
En constante conexión
con la abundancia.
Con mi don,
con mi luz, con la infinitud.
Con el raudal
diáfano de la poesía.
Con mi alma,
con el amor.
Fue magnífico
comprender que
nada malo me había
sucedido,
al contrario:
Dios, el destino,
el universo, todos unidos
un tesoro me habían
dado.
Perder para
ganar.
.
.
.
P-Car
Paty Carvajal-Chile
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