No fuiste más sagaz o más experto.
Ninguno de los dos fue más asertivo
-o más intuitivo-
Ni tú ni yo, tampoco el tiempo
conquistó el apodo de perdedor.
Ambos íbamos al mismo lugar
solo que por distintos caminos
y sabiéndolo -como la mayoría-
no actuamos conscientes de ello.
A veces tú sonreíste más, a veces lo hice yo.
A veces tuvimos mucha fe y también a veces
en nosotros y en lo eterno dejamos de creer.
¿Qué norte o atajo decidimos tomar?
Da lo mismo, ya fuimos perdonados
y estamos juntos, sin estrategias,
sin provechos, sin envanecimientos
ni pensamientos infectados de miedo.
Unidos como nadie, porque Dios quiso
fundir en un evento, la noche con el día
bendecirnos con agua de la eternidad
y ordenar al universo que nos lluevan
otoños dorados, mariposas y estrellas.
¿Y por qué Él fijarse en nosotros?
Porque a pesar de todo y de tanto
no obstante, los errores y el llanto
en la zona patriarca del alma
nunca permitimos se apagase la vela
del amor que en vida
se nos regaló.
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P-Car
N°1516 – 29.06.2023
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